Debe ser que se acerca el aniversario,
tal vez eso explique mi repentina ansiedad,
tal vez no, pero me han dicho que el cuerpo tiene memoria.
Que hay ciertos recovecos en donde se
ocultan los recuerdos, que de vez en cuando se asoman.
Y entonces te sorprende el duelo,
se vuelven a revivir las pérdidas:
De lo que no fue, de quién no llegó,
de lo no vivido, de la ausencia.
Debe haber lugar para el lamento,
espacios perpetuos donde llorar,
de vez en cuando,
para llorar lo que se nos fue.
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